Cae una mañana,
Todo cae
Una tarde una noche
Me contemplo en los
exilios te contemplo
En las distancias
Saber que estamos en permanente
exilio me angustia
Un irse en tu ojos,
Dejando vacíos los míos
de tus miradas. De tus logros
Los brazos siempre caen
al costado del cuerpo, son solos,
exiliados
No tocan otros brazos, cuelgan
Las manos no acarician
otras manos
Son solas, se van siempre
En espacios huecos
Tu silencio es misa
Tus manos sobre la virgen
buscan la esperanza
Tocar la vida dejar el
silencio a la exiliada.
Los pasos los ojos
En la calle mi distancia
es la tuya
Mis huesitos
Mis pajaritos
Mi alondra de piso
Siempre en el piso, en el
espacio ese que nos separa
Indestructible, como el
pentagrama y las notas
a las alegrías
a las miradas
Los barcos nuestros de la
exiliada
Ese hueco que te dilata
Esas sombras que caen
siempre
Me desconsuelan por las
noches
Noches de espacios infinitos
Unos hondos huecos de
plumas
De ojos de gatos
De mi exilio
Nuestro exilio
De tus ojos que me
esquivan
Evitan tus manos
No digo de tus besos que
invento
La distancia, esta alegoría
Este hueco de vida
Esta boca con hambre
Este pucho
El humo del exilio
Se va dibujando coletas
La maestra se fue en el
exilio
Las aves se marcharon al
exilio
Nuestros ojos
La mirada
La casa permanente en el
exilio
Te ves en el espacio inexplicable
del exilio.
La distancia que
permanece
Lejos de tus besos y de
todo
Tu silencio de misa
sepulcral
De tu exilio solo te
cubre la madre santa
Cuando te abraza o cuando
la tocas arrodillada un domingo
Apiádate de mí
Dame una estadía permanente
Esa de la que nunca debí haber salido
A este exilio sepulcral
de mis huesos.
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