A la
espera de la difunta
La que
no tiene consuelo
A la
espera una de la otra
Yo no
le temo.
No temo
ni siquiera su encanto claroscuro
Ni su
herrumbre de vastos desconsuelos.
Acá me
tienes
Y en
desorden absoluto
Abstracta
a todo
como un
vidrio molido a palos
Un haz
de luz al desierto
Con la
fusta puesta
Pues si
me arrinconas
Te
clavo al alba y te dejo
ensimismada
en la desgracia que te acoge.
Venite,
que el vino y mis huesos
Se
embeben y las horas pasan como raspando las paredes
de esta
casa todo se junta entre el pucho y la cocina.
Siéntate
conmigo en el hueco
aquel
este donde arrebataré tu chillido
de
lobezna y besaras el alba envuelta en pena.
El gato
se fue en el tejado
Y la
casa por las nubes
Ansío
lo desprevenido
Y
desprevengo lo que ansío
Me
visto de luto un día festivo
Un
plato con guisante
parece
consolar a los dolidos.
El beso
pretende lo que no puede dar
que es
su constante deseo.
El
llanto cae y el tejado se moja
Todo
sobre mojado
y sobre
todo lo mojado.
Un
respirar y soplo me dejó envuelto
en una
luz de encanto.
La
pajarera es una mañana Oda
En los
pajonales vi florecer el ocaso
Nací viví
morí
Ensortijado
en la calesita
Como un
páramo de un te quiero
Un
soliloquio de un mañana
Taciturna
y a la caer
Bajo la
hoja al llano
La consistencia
musita los días
La inconsistencia
dormita las mañanas
Un
verdugo amenaza tu casa
Salta
por la ventana la noche
Tomo la
vida de la vida
En
estambres
En
esporas vuelo a tu encuentro
Toma la
vida de la vida
Me
diluyo amaneciendo.
Mi
memoria se relame en la conciencia
Velaras
por ti
Velaré
por mi
En
cementerios mudos.
La rosa
sangra en tu boca
Tu boca
besa la sangre.
Me
querías tanto que te fuiste
Una
noche de verano
Fugitiva
de mi alma
Como
una campana en el desierto
que
llama a la comunión
Con el
vacío de tu aliento
Se
fragua tu esencia
Como
una estampida de elefante
La
tinaja cae sobre una roca desecha
La
entera roca goza de su dureza.
Le hace
burla
La
tinaja muda rota rota
En
pedacitos
Bajo un
cielo
Duro
como piedra.
Una
riada grande como un planeta
rápida
como un cometa.
Una
estrella fugaz rompe un hueso hambriento.
Un día
de otoño se fue
parece
se ha marchado
montado
en sus hojas ocres
donde
los pasos se amansaron
una
lagunita tapo el cielo.
Las
nostalgias se confunden
en las
horas impagas
Y los
muertos parecen resurgir
de los
ronquidos del llano
no
tienen consuelo.
En el
fondo la rosa ahoga un ayer
Se
enluta la mañana parece perder el rumbo
El
barco pierde el estribor
Un pez
ciega el hambre
Testigos
del amanecer
ruge
una ola a lo hondo
una
serpiente avanza
se
desdibuja el mañana
se abre
una fosa grande.
Todo se
derrumba
y a volver a empezar.